“No estás deprimido sino despistado”

La frase-despertador es de Facundo Cabral al que algunos recordaran como cantautor de canciones como No soy de aquí ni soy de allá o Pobrecito mi patrón allá a finales de los 70.  Creo que a estas alturas pocos pueden discutir que nuestra sociedad está enferma, física y mentalmente. Según el CSIC desde la pandemia un 6,4 % de la población ha acudido a un profesional de la salud mental por algún tipo de problema o síntoma, siendo la ansiedad (43,7%) y la depresión (35,5%) los más frecuentes.

En España en ambos casos las mujeres tienen una tasa de incidencia el doble que los hombres, y ambos coinciden en tener a las condiciones de trabajo como la causa más frecuente, de echo de las personas tratadas ocho de cada diez no tienen empleo.

¿Significa esto que nos encontramos ante una situación cuyas causas están identificadas, sus consecuencias medidas y en fase de control? Creo que todos podemos intuir que la respuesta es negativa.

Una mente sana necesita de un tiempo de reflexión, de quietud, de silencio para poder mantenerse “en forma” que es todo lo contrario de lo que la sociedad actual nos propone. Una mente permanentemente activada en lo negativo, estimulada por gran cantidad de información en la mayoría de los casos intranscendente, es una de las causas más evidentes del malestar físico y mental que manifestamos en nuestro día a día que condiciona considerablemente, por un lado, nuestra capacidad de comprensión de la realidad y de otro nuestra toma de decisiones.

La principal consecuencia de lo primero es que perdemos nuestro espíritu de crítica, aceptamos por sistema “pulpo” como animal de compañía, y reducimos nuestro espectro cromático al blanco o negro.

En el segundo caso la principal consecuencia es lo que los sicólogos llaman “síndrome de rumiación mental”, es decir, un proceso por el cual somos incapaces de sacar de nuestra cabeza un pensamiento que vuelve a nosotros recurrentemente y nos hace entrar en bucle, mermando considerablemente el proceso de toma de decisiones.

¿Porque hemos llegado hasta aquí? Naturalmente la respuesta inicialmente es sencilla, hay muchos interesados en que esto funcione así, diría más, la sociedad actual “necesita” para su funcionamiento individuos así, y espero poder explicarme antes de que me tildes de “conspiranoico”.

Para ello analizaremos tres áreas sociales básicas, la política, la economía y la comunicación.

En democracia, el objetivo común de los partidos es gobernar, teóricamente para cambiar lo que está mal o no funciona y mejorar el bienestar de sus ciudadanos. En su forma más pura, los partidos han de saber transmitir a la ciudadanía sus propuestas para que éstas sean valoradas y generen la confianza en sus candidatos para que sean votados.

En estos momentos le imagino riéndose a carcajadas, o en el mejor de los casos, añorando un tiempo pasado si es que vivió el nacimiento de la democracia en España. A finales de los 80  (caso Juan Guerra) los partidos descubren que a veces no es necesario tener ideas o propuestas, basta con descalificar, por lo que estrenaron la estrategia del “y tú más”. Al principio con pruebas y demandas judiciales, lo que era demasiado engorroso, por lo que se apostó por el “ruido mediático”. Nacieron medios de comunicación tanto escritos como sonoros y televisivos que hacían de altavoces. Lamentablemente esta estrategia aún continua lo que ha provocado el descrédito de la política, y lo que es peor, de la propia democracia.

Así la incompetencia, la corrupción o el nepotismo son argumentos que desgraciadamente están amortizados por la ciudadanía que ya sólo piensa en blanco o negro, es decir, “éstos son los míos”, por tanto, esto debe ser bueno y todo lo que digan los demás debe ser malo.

En la economía actual, es evidente que ya no funciona el modelo de oferta y demanda. Hemos vivido un proceso de concentración de la oferta sin precedentes en casi todos los subsectores, alimentación, textil, turismo, industria etc… lo que hace que unos pocos puedan determinar que es lo que más nos conviene, lo más sano, lo más actual, lo que nos hace crecer, es decir, “usted no necesita pensar”. El mensaje nos llega a través de la publicidad o por los que creemos iguales a nosotros cuyas opiniones corren por las redes sociales.

En cuanto a la comunicación creo que ya hemos ido avanzando algo en los dos campos anteriores. Ingenuamente hasta hace unos años me gustaba creer que la mayoría de los avances tecnológicos y sociales de los últimos cincuenta años se habían producido por el deseo de los seres humanos de comunicarse.

Pero la realidad es bien distinta. La estrategia de los grandes suministradores de tecnología es aislarnos en nuestra habitación, eso sí, con muchos amigos y una legión de seguidores. Sin embargo, la falsa ilusión generada ya no tapa la soledad alcanzada por una gran mayoría de nosotros. Lo peor es que, sin capacidad de crítica, llegamos a pensar que el problema somos nosotros, nuestra mala suerte o alguna de castigo divino.

 Ahora por favor, dedique unos minutos a reflexionar sobre esto que le digo. Encuentre un lugar agradable para hacerlo, una compañía franca tampoco viene mal. Respire profunda y lentamente concentrando su mente en como el aire entra y sale sin que usted intervenga.

Durante unos segundos piense en algo que le haga sonreír, (ya que la mente nunca está en blanco) y entonces, quizás podrá mirar a su alrededor, y como decía Facundo Cabral, descubra lo despistado que ha estado pensando que usted no lo está haciendo bien, que nada de lo que haga va a cambiar las cosas, que la realidad es lo que usted imagina. Quizás entonces caiga en la cuenta de que usted está sentado en el patio de butacas y las balas no pueden alcanzarle.