Una herramienta esencial para nuestro crecimiento

En nuestro anterior artículo titulado “Decálogo 2024 de buenos hábitos transformadores” enunciábamos un conjunto de hábitos que nos ayudan a tomar de forma automática buenas decisiones a falta de una consciencia plena.

En éste abordamos el segundo hábito señalado, el que se corresponde con la oportunidad que nos brinda aprender a respirar con consciencia. De media una persona adulta realiza 15 respiraciones por minuto en un estado normal. Si nos encontramos con ansiedad, estrés, miedo o realizando ejercicio físico esta media puede subir hasta las 25 o 50 veces. Sin embargo, en un estado de relajación baja hasta las 6 respiraciones.

Por tanto, la respiración está estrecha e íntimamente ligada a nuestra experiencia vital, sea real o no, lo que se traduce en una capacidad importante de transformarla. Es bastante dudoso que Einstein afirmara que sólo utilizamos un 10% de nuestro cerebro, pero lo que sí podemos afirmar es que hacemos un uso muy limitado de la capacidad real que tiene nuestro sistema respiratorio.

Se ha comprobado que las áreas cerebrales más activas cuando sentimos, es decir, nos emocionamos, hacemos memoria, aprendemos o prestamos atención están fuertemente influenciadas por la respiración. Por tanto, podemos afirmar que la ejecución de una tarea depende de cómo respiremos en ese momento.

Esta debería ser por sí misma motivación suficiente para que centremos nuestros esfuerzos en adquirir este hábito que sin duda podemos calificar de transformador, pero hay más.

En un año respiramos de media más de 7 millones de veces, pero sólo en un bajo porcentaje lo hacemos conscientemente, afortunadamente. Mantener el control sobre nuestra respiración requiere tal atención que no podríamos hacer otra cosa. Sin embargo, hacerlo puntualmente, de forma programada o no, es esencial para nuestra salud y sacar de nosotros todas aquellos pensamientos o sentimientos que están limitando nuestro crecimiento.

Hasta hace unos años se pensaba que efectivamente nuestro cerebro influía en la forma en que respiramos unidireccionalmente. Hoy gracias fundamentalmente a la neurociencia, y a las tecnologías de la imagen, se sabe que esa relación es bidireccional. Es decir, la actividad cerebral puede modificarse a través de la respiración consciente.

Existen innumerables estudios y ensayos científicos que avalan este hecho, pero en esta ocasión me referiré a mi propia experiencia que es sin duda lo más valioso que poseo.

En primer lugar, a mi experiencia profesional. Como pueden ver en mi página www.marcelinocolete.com llevo más de 35 años teniendo responsabilidades en la creación y gestión de empresas en entornos a veces muy complejos. Hace más de 40 años tuve la suerte de iniciar la práctica de artes marciales tradicionales en donde la respiración se ejercita como parte esencial del proceso de aprendizaje.

Por ejemplo, cuando aparece el conflicto, es decir cuando te enfrentas a un adversario en combate, tus sentimientos, dirigen tu respiración. El miedo produce una respiración rápida pero intensa, sin prácticamente tiempo entre la inspiración y la espiración. Todo lo contrario ocurre con la ternura que nos provoca una respiración más pausada y sin grandes cambios en su ritmo.

Podéis pensar que en un combate en donde hay un adversario que tiene por objetivo hacerte daño no cabe la ternura, y generalmente es así. ¿Cuándo cambia nuestra valoración emocional de la situación? Cuando alcanzas un grado de maestría tal que sabes que tu oponente no tiene ninguna oportunidad, es decir, cuando desaparece el miedo.

Como hemos dicho anteriormente, la respiración también incide en nuestro cerebro, por lo que, en el combate, en el conflicto, controlar la respiración forma parte de esa maestría. Trasladar este aprendizaje a las diversas situaciones que se generan en la gestión diaria de una empresa no resulta difícil de imaginar.

Cuando te enfrentes a una situación conflictiva, atiende en primer lugar a tu respiración, y antes de entrar al asunto, intenta llevarla a un ritmo y profundidad en las que te reconozcas centrado, sereno, pero “cargado” de energía, de lo contrario partirás en una posición de desventaja.

Esta técnica requiere evidentemente un entrenamiento previo, que, realizado con constancia, te permitirá actuar automáticamente. Practicar la respiración consciente al menos dos veces al día, en un lugar en el que te sientas cómodo y seguro durante unos 5/10 minutos será suficiente.

En segundo lugar, me referiré al ámbito personal. El profesor Yuri Masaoka, de la Universidad de Tokio, comprobó a través de diversos experimentos, que las personas cuyos tiempos de espiración son más cortos experimentan mayores niveles de ansiedad. Yo puedo suscribir plenamente esta hipótesis.

Hace bastantes años en medio de un ciclón de adversidades empresariales, mi salud se resintió. Decidí entonces que tenía que prestar más atención a mi cuerpo, y los estudios del profesor Masaoka, y la práctica de las artes marciales tradicionales me pusieron sobre la pista de la importancia del control de la respiración.

Me abrieron un camino en el que encontré la forma de definir correctamente cuál era el objetivo final de mi actividad, algo que tenía desenfocado. Durante mucho tiempo pensé que mi objetivo era crear una empresa sólida, ganar un capital que me abriera la puerta a una vida más confortable para mí y los míos, tener éxito.

Todos estos objetivos así formulados son contingentes y sitúan el éxito fuera de nosotros, por lo que son realmente limitantes si lo que realmente queremos es alcanzar un nivel de bienestar que nos conduzcan a una vida plena. ¡Ojo que no son excluyentes ¡. Pero les diré un secreto, es más fácil y duradero si se sigue este camino.

El paso natural al control consciente de la respiración es la meditación. Cuando pensamos en ella nos vienen a la cabeza la cultura oriental, el budismo etc…pero en realidad existen hoy en día multitud de estudios científicos que demuestran sus efectos positivos en las áreas del cerebro más implicadas en la atención, la memoria, la expresión de las emociones, la identidad y el bienestar. Personalmente pienso que, dentro de pocos años, las evidencias pondrán de manifiesto la bondad de incluir la meditación en terapias o incluso en las escuelas de negocio.

Pero, ¿qué es la meditación? Básicamente es un “aquietamiento” de la mente a través del control consciente de la respiración. Una toma de conciencia de que no somos nuestra mente, de que tenemos el control real de nuestras vidas. Apasionante ¿verdad?

En próximos artículos nos referiremos a ella.