Un enfoque especial para empresarios/as y profesionales

En nuestro anterior artículo titulado “Decálogo 2024 de buenos hábitos transformadores” enunciábamos un conjunto de hábitos que nos ayudan a tomar de forma automática buenas decisiones a falta de una consciencia plena.

El primero de ellos, que da título a este artículo, apela directamente a nuestro sentido común. Imagino a muchos de vosotros poniendo esa cara de auto-condescendencia que es la que se nos pone a todos cuando pensamos “lo sé y también sé que no lo haré a pesar de todo”.

Son varios los ámbitos desde los que nos han tratado de explicar porqué es imprescindible cuidar nuestro cuerpo si queremos mantener un cierto bienestar, por ejemplo, alcanzando un cierto grado de salud física y mental, o incluso espiritual.

Nosotros nos centraremos en un enfoque especialmente dirigido a empresarios/as y profesionales. Todo lo que hacemos requiere en mayor o menor medida de energía. Es quizás nuestro recurso más valioso. Un adulto libera a diario una media de 3 kilovatios por hora de energía, cantidad suficiente para hacer funcionar un televisor LCD durante 30 horas aproximadamente.

Pero todos sabemos que este recurso es limitado. La mayoría hemos sentido momentos en los que nos cuesta concentrarnos en una tarea, mantener viva una relación o una simple conversación, dar continuidad al esfuerzo que nuestro negocio o proyecto demanda, y en muchos casos todo ello desemboca en un estado de desánimo o estrés.

Si piensas que los aspectos fundamentales para el progreso de tu empresa o proyectos profesionales son sólo los financieros o técnicos te aseguro que estás en un error. En esencia todo depende de tu energía, de tu capacidad de generar un impulso sostenido en la dirección que marque tu propósito que naturalmente es otro factor determinante que veremos en un próximo artículo.

Es por tanto vital que analices las vías para aumentar tu energía. Estos procesos tienen una capacidad de “carga” que varía en función de cada uno de nosotros, así que tendrás que analizarte y encontrar aquellos con los que mejor te identificas para después poder convertirlos en hábitos. A continuación, te describo los más habituales.

  1. Hacer ejercicio. Es una buena rutina, sobre todo por la mañana. Tu cuerpo generará dopaminas y endorfinas que entre otras cualidades conectaran con tu cerebro incrementando la sensación de bienestar y reduciendo la percepción del dolor, la ansiedad y el estrés. No es necesario que te machaques. Encuentra una secuencia de ejercicios que puedas realizar en 20 minutos más o menos que estén adaptados a tus circunstancias personales. Márcate objetivos específicos en cada sesión y supéralos. Al final te sentirás más vivo y con una mayor autoestima.
  2. Conectar con la naturaleza. Aunque se nos haya olvidado, el ser humano está íntimamente unido a la naturaleza en todas sus formas, siendo él mismo una manifestación de ella. Por ello, sumergirnos en un entorno  natural, conectar con las diferentes formas en que se vinculan, en que se ayudan, es comprender que pertenecemos a un todo mayor. Diversos estudios han demostrado que reencontrase con la naturaleza en momentos prolongados incrementa nuestras capacidades artísticas y creativas. Reduce los niveles de estrés y angustia y mejora la calidad del sueño.
  3. Aliméntate saludablemente. Nuestro cuerpo se comporta como una especie de dinamo que genera energía a partir del movimiento…y de la alimentación. Comer bien es una forma de respeto con uno mismo. Hay un hambre real y otra emocional y es esencial saber distinguir cuando se trata de neutralizar de forma rápida una emoción que nos está haciendo pasarlo mal de cuando realmente nos alimentamos para cargar pilas. Igualmente, importante es comer despacio. Debes asociar el momento de comer con un tiempo de placer y relajación. Evita las distracciones y si te es posible aprovecha para socializar.
  4. Escucha a tu cuerpo. Tu cuerpo te habla, y no sólo de lo que ocurre en el exterior, con los cinco sentidos tradicionales, sino que, tras los últimos avances de la neurociencia, ahora sabemos que también lo hace de lo que ocurre en nuestro interior a través de dos nuevos sentidos, el propioceptivo y el interoceptivo. El primero manda información a nuestro cerebro procedente de la gestión postural, principalmente manos, cara y espalda. El segundo lo hace de órganos como el corazón, pulmones, piel, etc… Esa información no pasa directamente a la parte consciente de nuestro cerebro por lo que ha de ser entrenado para ello si realmente queremos aprovecharla de forma efectiva e inmediata. Para ello te propongo un simple auto-test de cinco preguntas que deberías realizarte varias veces al día.
  5. ¿Dónde tengo la respiración?
  6. ¿Cómo está mi pecho?
  7. ¿Cómo está mi columna?
  8. ¿Tengo algún foco de tensión muscular?
  9. ¿Recuerdo mis tres últimas decisiones?

La respiración ha de estar lo más calmada posible, pecho abierto, hombros atrás, columna alineada, sin puntos de tensión en cuello, mandíbulas o espalda y tu pensamiento ha de volver al presente.

En las artes marciales tradicionales, de las que toma el Método Honeyguide parte de sus principios, se dice que “la forma es el guardián de la esencia”. Con ello se indica al principiante que la práctica rigurosa de una técnica de manera formal es la mejor garantía de que, tengas el ánimo que tengas, siempre puedes “regresar” a aquello que te recuerda, en el sentido etimológico de la palabra, “re” volver y “cordis” corazón, la esencia última de dicha técnica.

Es importante que encuentres los ritos que, se pongan las cosas como se pongan, llevarán de nuevo tu centro a hacer las cosas que realmente están alineadas con tus valores.

Si consigues arraigar estos hábitos en tu plan de día comprobarás como te van a empezar a ir mejor las cosas. La diferencia entre lo que eres y lo que quieres ser es lo que haces, es así de simple y de duro. Desgraciadamente nuestra mente es capaz de convencernos de que si no hacemos las cosas no es por falta de voluntad, o si es más sibilina, es “porque a nosotros estas cosas no nos van”.

Resulta realmente fascinante que los últimos avances de la ciencia, tanto en el área de la física cuántica, astronomía, medicina etc… parecen apuntar a que la materia en sus últimos elementos, está formada por energía e información. Evidentemente nosotros también lo somos. Es decir, cuando nos vayamos de este mundo lo que quedará de nosotros es una pequeña cantidad de energía e información. Creo que no está de más aprender a conectar con nuestra energía, a proyectarla, a generarla, a mantenerla en calma, en definitiva, debemos tomarnos en serio nuestra increíble capacidad de transformar la realidad a través del uso eficiente de nuestra energía… ¡por si acaso!