Llevamos muchos años empezando la casa por el tejado

Ya seas empresario, autónomo, emprendedor o trabajador por cuenta ajena es posible que en algún momento te hayas hecho la siguiente pregunta “¿qué es lo máximo a lo que puedo aspirar con este empleo/empresa/proyecto?”

Este pensamiento interrogativo, suele producirse bien por una orden racional fruto de una reflexión (parece que es el lóbulo frontal el que se activa), o involuntariamente provocado por algún estímulo externo, como por ejemplo ver a un compañero o compañera de trabajo enfermo, o al mismo sujeto enseñándonos el chalet de la playa que acaba de comprar.

La respuesta que nos demos a esta pregunta determinará nuestras expectativas, que a su vez serán determinantes para valorar el grado de bienestar que estamos alcanzando. Hay que tener en cuenta que el pensamiento es acumulativo y se va desarrollando a lo largo del tiempo, es decir, probablemente cuando nos hacemos la pregunta nuestro inconsciente ya tiene la respuesta.

Llevamos años empezando la casa por el tejado. Frecuentemente aplazamos nuestro encuentro con el bienestar hasta alcanzar el éxito, cuando en realidad es justo al revés, es mucho más probable tener éxito cuando “somos felices”. Esto ha sido objeto de estudio en diferentes universidades que han puesto de manifiesto que cuando nuestras emociones son positivas, cuando realizamos una tarea que nos activa y compromete, cuerpo y mente reciben señales potentes que a través del sistema endocrino se convierten en mejoras de nuestras capacidades, memoria, creatividad, asunción de riesgos, generosidad para compartir…

Fuente: www.iso.org (ISO-Survey 2021)  

En las últimas décadas se ha demostrado que la salud física y emocional de las personas influye en su desempeño, productividad y calidad de trabajo por lo que han pasado a formar parte del ámbito empresarial. Existe de echo una norma de calidad específica, ISO 45001, denominado Sistema de Seguridad y Salud Laboral que incluye un apartado relevante referido al bienestar. España fue el tercer país a nivel europeo y quinto a nivel mundial en cuanto a número de empresas certificadas en esta norma en 2021. Destacar la posición de China que quizás nos debería llevar a la reflexión sobre algunos juicios preconcebidos sobre la calidad y estrategia de sus empresas. De los 294.420 certificados válidos registrados en 2021 a nivel mundial, las empresas chinas representaron el 64%. El nuevo comunismo parece haber puesto su objetivo en la generación de riqueza como paso previo a cualquier otra consideración social o política, siempre y cuando el modelo de estado no se cuestione. El tiempo que occidente ha estado ausente de este nuevo paradigma, China lo ha aprovechado para posicionarse en un lugar de liderazgo en el escenario internacional cuyas consecuencias están aún por descubrir. Creo innecesario señalar que este interés por la salud y bienestar de las empresas chinas no se fundamenta en un profundo conocimiento de la psicología positiva, ni de la neuroeconomía sino simplemente en un hecho objetivo, aquellas organizaciones centradas en el bienestar, la calidad de vida y la felicidad de las personas son capaces de enfrentar y resistir las crisis, y alcanzan mayores niveles de rentabilidad. En una investigación de la Universidad de Warwick concluyeron que las personas que son más felices en su trabajo son, aproximadamente, un 12% más productivas. Asimismo, el psicólogo Shawn Anchor, profesor en la Universidad de Harvard donde imparte clase sobre psicología positiva y autor de “La felicidad como ventaja”, midió los beneficios de una empresa con empleados más felices y encontró que las ventas aumentan en un 37%, la productividad en un 31%.

Es previsible por tanto que el bienestar personal acabe convirtiéndose en un factor de competitividad para las empresas, y ya sabemos lo que suele ocurrir en una economía de mercado como la actual, posiblemente las grandes empresas asignen fondos en sus presupuestos anuales para la realización de planes de mejora en bienestar y salud de su personal.

Frecuentemente hablamos que las posibilidades de invertir de las grandes empresas no son equiparables a las de las pequeñas o los autónomos. Y esto es cierto cuando nos referimos a tecnología o investigación, por ejemplo, pero en este campo, los “pequeños” creo sinceramente que jugamos con ventaja, y en mi próximo artículo intentaré explicarlo.

Como adelanto les diré que la palabra “bienestar” es lo que en comunicación se suele denominar como “una palabra trampa”, ya que cuando dos personas la usan ambos dan por sentado que comparten su significado, y por tanto, no es preciso ponerse de acuerdo previamente en a qué nos referimos. Pero creo que todos intuimos que este concepto puede englobar parámetros distintos según qué persona, ya que cada cual lo “percibe” de una forma distinta pues es un valor que depende de cultura, memoria, creencias, pensamientos y emociones que forjan la realidad del sujeto, y por tanto sus expectativas. Es por ello, y ahí está el riesgo tanto para las personas como para las empresas,  que los planes de acción realmente no sean eficientes.

Como hemos descrito en anteriores artículos, uno de los dos pilares que alumbran la  Metodología  Honeyguide son las artes marciales tradicionales de las que soy practicante desde hace más de treinta y cinco años. De ella extraemos principios, estrategias y técnicas que una vez revisadas, son de gran utilidad en el ámbito empresarial. La gran peculiaridad del artista marcial frente a otros es que la obra es él mismo, por lo que desde el punto de vista del tema abordado en este artículo, resulta especialmente útil, inteligente y eficaz a corto y largo plazo permitiéndonos responder con mayor fundamento a la pregunta con la que iniciábamos este artículo.