Sin el valor de la innovación nuestras vidas y empresas no serán exitosas

Innovar es una actitud. Y como tal tiene una parte que heredamos, y otra que desarrollamos. La proporción difiere de a quién preguntemos, pero la mayoría de investigadores apuestan por un 30/70, esto es, un treinta por ciento es herencia genética y el resto es aprendizaje. Por tanto, todos tenemos la oportunidad de ser innovadores, y esto es, por regla general un atributo imprescindible en los procesos de generación de valor, algo sin lo cual nuestras vidas y empresas no serán exitosas.

Aunque existe mucha literatura sobre el tema, desde el enfoque genético, se habla del ADN innovador, el biológico, como ecosistemas innovadores, e incluso sistémicos, el circulo virtuoso de la innovación, vamos a centrarnos en el segundo principio  del Método Honeyguide, es decir, “conoce las propiedades, pero explora las posibilidades…”

Hace unos meses conocí a un ingeniero aeronautico que trabajaba en Airbus Defense and Space que acudió a mí para realizar una Focal Session orientada a conocer las posibilidades de un prototipo que había desarrollado ¡en sus ratos libres!

Jorge Muñoz, nombre supuesto naturalmente, había atravesado por la dura experiencia de tener ingresado a su padre en un hospital durante 40 días, totalmente impedido. Sin embargo, a pesar del sufrimiento, cansancio físico- mental, y dudas, tuvo la admirable capacidad de plantearse cómo mejorar el status quo de todos los enfermos que como su padre se encontraban en aquella situación.

El prototipo era un sistema de alerta para pañales de cualquier edad mediante un dispositivo que permite establecer en tiempo real su estado de uso, y esto es importante porque puede detectar rápidamente la necesidad real de sustituir el pañal evitando la aparición de heridas, al tiempo “que se molesta lo justo al paciente” redundando todo ello en calidad y confort.

Jorge Muñoz encarna todas las características del innovador. En primer lugar, su capacidad de responder de forma reflexiva ante la adversidad, con actitud positiva, mostrando una gran resiliencia emocional, empatizando con los más vulnerables a los que busca ayudar mejorando su calidad de vida, es decir, busca un resultado. Pese a su formación tuvo la apertura de mente, y la humildad, de formar un equipo al que supo transmitir su visión estratégica, aportando datos contundentes.

“…En España se consumen unos 3.000 millones de pañales entre adultos y bebés en un año. Eso se traduce en más de 1.800.000 toneladas de residuos.  Llas dioxinas que se liberan al incinerarlos algunos estudios las asocian al cáncer. Nuestra población cada vez está más envejecida, de hecho, en algunos países como Japón ya se venden más pañales para adultos que para niños …”

Las normas sirven para que las organizaciones funcionen, las excepciones para que avancen. Mientras escuchaba a Jorge no dejaba de preguntarme si de verdad estaba ante una de esas excepciones, necesitaba saber hasta dónde debía llevar mi compromiso e implicación con su proyecto, y no se me ocurrió otra cosa que formularle la siguiente pregunta, ¿si supieras que puedes volar te lanzarías al vacío? El sonrió y me dijo, “hombre soy ingeniero aeronautico si supiera que puedo volar sin dudarlo saltaría ¡cómo iba a perderme una experiencia como esa! “

Siendo honestos la mayoría de nosotros probablemente también diríamos que sí, porque acostumbramos a hacernos trampas ya que sabemos que nunca va a llegar ese día en el que tengamos que tomar tan difícil decisión.  Pero Jorge lo tenía claro, y es que no es una cuestión sólo de conocimiento, ni tan siquiera de confianza, sino de amor, pasión por la aventura, o como lo expresa un proverbio africano, si quieres que alguien cruce un océano enséñale a amar la otra orilla.

Diseñamos una serie de experiencias en colaboración con un hospital privado que ayudaron a perfeccionar el prototipo, tanto tecnológica como funcionalmente, hasta que llegamos al momento apasionante de realizar el primer ensayo. Se formó un equipo de contingencias para salvar cualquier dificultad que pudiera surgir durante el ensayo con 25 pacientes. Se formó al turno de enfermería que tenía que aplicar el nuevo protocolo, se hizo el esfuerzo de financiar un equipo completo de elementos de informática y electrónica necesarios, se fabricó una tirada corta de prototipos para los pañales y se consiguió el consentimiento de los familiares que sin duda veían las bondades del invento.

Desgraciadamente el ensayo no funcionó, no por cuestiones técnicas, ni de procedimiento, ni tan siquiera azarosas, no lo hizo por el statu quo, en nuestro caso representados por el jefe de enfermería y el responsable de compras del hospital.

Después de aquello sólo pude darle a Jorge dos consejos. El gran apagón que tanto tememos no es el energético, sino de la memoria. Es importante no olvidar porqué hacemos las cosas, cuál es nuestra motivación más íntima, y, en segundo lugar, una de las consecuencias de este segundo principio del Método Honeyguide, a saber, que una cosa no sirva para lo que esperábamos no significa que no tenga valor, pero esa es otra historia.

Afortunadamente Jorge no se rindió.