Decidir dónde invertir tu energía una cuestión estratégica

Durante la primera sesión de entrenamiento con Andrés Trozado analizamos las posibilidades de éxito de su objetivo inicial, es decir, salvar la empresa. Una de las herramientas que utiliza el método como ya comentamos en el artículo anterior, es la matriz de posicionamiento referida al análisis conjunto, y después compartido, de los cinco capitales básicos mencionados, cuyo resultado recogemos en la siguiente gráfica

Se utiliza una escala del 0 al 6, para estimar cómo ve cada cual las posibilidades reales de aportar capital a la ecuación, representando el 0 la carencia absoluta y el 6 la plenitud. Como se puede observar Antonio (azul) seguía pensando que su capital emocional todavía le permitía continuar, mientras que veía carencias prácticamente en el resto, especialmente en el financiero y relacional. Por el contrario, la visión de Honeyguide apuntaba un claro déficit en el emocional mientras observaba una clara fortaleza en el relacional.

Fue entonces cuando tras compartir experiencias, con la ayuda de la matriz de toma de decisiones que el Método Honeyguide elabora, Andrés tomo la decisión de cambiar el objetivo inicial de salvar la empresa, por uno nuevo y más ilusionante, iniciar una nueva actividad. Dicho así parece simple, pero fue una decisión difícil, dolorosa, valiente y transcendental en la vida de Andrés. De echo era una alternativa que ni siquiera había contemplado en la soledad de su angustia, ya que nuestra mente en esta situación tiende a convertirse en un oscuro callejón en donde el miedo y la ansiedad encuentran su caldo de cultivo, pero, sin embargo, compartirlos y verbalizarlos los hace vulnerables a la luz y a la razón.

Por tanto ahora nuestro Plan de Acción debía centrarse en este nuevo objetivo, que evidentemente, desde un punto de vista puramente empresarial, suponía transitar inteligentemente desde la liquidación de la actual empresa hasta el nacimiento de una nueva que Andrés debía crear, desde la idea hasta la puesta en marcha, todo un reto que requiere de una gran energía como todos sabemos.

De los más de catorce tipos de energía que actualmente la ciencia dice que componen y cambian nuestra realidad, el cuerpo humano utiliza al menos ocho, a saber, cinética, potencial, gravitacional, acústica, eléctrica, térmica, química y magnética. Poner ejemplos de cada una de ellas sería prolijo y probablemente innecesario ya que todos podemos pensar en acciones que realizamos diariamente que están comprendidas en alguno de estos tipos. Para ello, según los expertos necesitamos unas 2.500 kilocalorías que obtenemos fundamentalmente de la alimentación, además de hacer un uso inteligente de la gravedad, el sol, la tierra etc. El 70% de esa energía la gastamos en respirar, bombear sangre, pensar o digerir, por ejemplo, lo que da una idea clara de que se trata de un recurso bien escaso.

Decidir por tanto dónde invertir tu energía es una cuestión estratégica. Decía Sócrates que “el secreto del cambio está en no enfocar la energía en combatir lo viejo sino en construir lo nuevo”. Las artes marciales tradicionales igualmente aconsejan focalizar la energía, tanto espacial, temporal como rítmicamente para alcanzar el objetivo deseado.

En nuestro caso, el Plan de Acción, marcaba como un hito tramitar la liquidación de la empresa acogiéndose al artículo 470 de la Ley Concursal mediante la presentación de un concurso de acreedores exprés (nave en alquiler, maquinaria adquirida mediante leasing …) pero era fundamental que Andrés comprendiera que tenía que delegar esta acción y concentrar toda su energía en la creación de la nueva actividad.

El principio de circularidad de la energía sugiere que lejos de empezar de cero, Andrés ha de utilizar todos sus conocimientos, contactos y hábito de lucha en éste nuevo propósito, y para que sea realmente eficiente ha de aprender de sus errores, ya que es una de las fuentes de energía más potente con la que contamos.

Como corolario proponemos que antes de atender una exigencia diaria invirtiendo tiempo y energía, pregúntate tres cosas, ¿eres la persona adecuada para hacerlo?, ¿realmente es el momento?, ¿tienes la información, los recursos y las herramientas para hacerlo?, si respondes NO a alguna de estas preguntas la mejor opción es reprogramar la exigencia o delegar en otra persona.

Realmente es una pésima estrategia utilizar exclusivamente nuestra energía para defender nuestras posiciones, ya que por su carácter limitado en muchas ocasiones nos impedirá evolucionar hacia el siguiente nivel.

Precisamente a las fuentes de energía dedicaremos nuestro próximo artículo.