Ser inspirador se ha convertido en una cualidad muy demandada en directivos de grandes empresas

En mis anteriores artículos me he referido al primer principio inspirador del Método Honeyguide. En esta ocasión comentaremos el segundo que resumidamente dice así “…conoce bien las propiedades, pero explora las posibilidades…”

En 2010 tuve el honor de coordinar una iniciativa extraordinaria por su ambición y transcendencia promovida a nivel nacional por el filósofo y escritor Jose Antonio Marina denominada Movilización Social Educativa, Alcala Educa. Basada en el proverbio africano de que “para educar a un niño o una niña hace falta toda la tribu” se trataba de realizar una experiencia práctica en una ciudad media, Alcalá de Guadaíra, a través del establecimiento de una valoración de la situación inicial, fijar un plan de acción y evaluar los resultados del proyecto al final de los tres años de duración del mismo. Objetivos como la reducción significativa del abandono escolar, el incremento de los ratio de  comprensión lectora, o competencias científicas y técnicas o el fomento de la cultura emprendedora entre otros fueron objeto de medidas sin precedentes en la que se intentó involucrar a un amplio espectro de la sociedad alcalareña.

En el transcurso de una de las reuniones de trabajo que mantuvimos,  el profesor Marina me preguntó directamente que, si el petróleo volaba, a lo que yo le contesté lógicamente que no. Entonces tras recordarme algunas de las propiedades de este elemento me dijo que pensara en el que viajaba en el depósito de un avión afirmando con rotundidad que es necesario conocer las propiedades de cualquier elemento, pero había que explorar las posibilidades para averiguar todo su potencial. Por mi parte, en un intento de mostrar solvencia intelectual, dije que efectivamente tendría que haber pensado que por sus características físicas y químicas el petróleo es almacenable y por ende transportable, entonces Marina me sonrió y me dijo que “todavía no lo has pillado Marcelino” y cambió de conversación.

Lo último que podía esperarme de un castellano viejo como se autodefine Marina es que me lanzara un Kõan (en la tradición zen, un problema que el maestro plantea al alumno para comprobar sus progresos) pero aquella semilla que plantó en mi cerebro ha tenido un crecimiento adecuado hasta el punto de haberse convertido en uno de los principios inspiradores de mi método.

Quien de nosotros siendo niño o niña, no ha navegado en los procelosos mares de una bañera, o explorado las profundidades de una cueva bajo la cama, o cabalgado a lomos del palo de una escoba… Bueno me parece que he dejado ver las costuras de la edad, pero seguro que intuyen por dónde voy.

Desde mi experiencia en el ámbito empresarial, este principio se encuentra en la base de tres conceptos que son esenciales en los procesos de creación, gestión y crecimiento de las empresas, la inspiración, la innovación y el liderazgo. Quizás de los tres, el primero sea el que es menos reconocido poque habitualmente se asocia más a los procesos creativos vinculados a las artes, pintura, escultura, música o literatura, por ejemplo. Pero la inspiración es un auténtico motor de la creación, y hoy día se ha convertido en una cualidad muy demandada en los directivos de las empresas, de tal manera que un buen líder ha de ser inspirador, es decir, ha de ser capaz de transmitir su visión con energía a otras personas.  Un estudio llevado a cabo en 2012 por la compañía IBM entre más de 1.700 dirigentes empresariales de 64 países reveló que inspirar a los demás es una de las tres cualidades clave para un líder. Y un estudio publicado en la revista Harvard Business Review en el que cerca de 50.000 líderes fueron evaluados en 16 aspectos confirmó que la capacidad de inspirar era absolutamente fundamental.

Es cierto que durante mucho tiempo se ha pensado que la inspiración es algo azaroso, fugaz, caprichoso por así decirlo, algo en definitiva que no se puede gestionar, pero en los últimos años para la ciencia, este misterio complejo y maravilloso que es la inspiración empieza a poder ser desentrañado.

Efectivamente existe un interés creciente en la ciencia por la inspiración, por desvelar qué parte del funcionamiento cerebral la activa. Hoy se sabe que aparece con mayor frecuencia en los estados en que nuestra parte más consciente del cerebro se inhibe a favor de la parte más emocional. Algunos experimentos realizados señalan claramente en esta dirección. En 2006, por ejemplo, los psicólogos holandeses Dijksterhuis, Bos, Nordgren y Van Baaren publicaron en la revista Science un estudio titulado: Tomar la decisión acertada: la deliberación sin atención. Para su investigación, pidieron a un grupo de personas que eligieran el que a su entender era mejor vehículo para comprar entre varios de ellos, de cada uno de los cuales se especificaban 12 características. A un grupo de participantes se le permitía pensarlo, mientras que al otro se le distraía. Pues bien: el grupo que no se había podido concentrar fue el que tomó las mejores decisiones.

Así pues, en los próximos tres artículos abordaremos estas tres claves que a mi juicio se sustentan en el segundo principio del Método Honeyguide, “…conoce bien las propiedades, pero explora las posibilidades…”  es decir, la inspiración, la innovación y el liderazgo.

En la primera de ellas intentaremos definir desde la óptica empresarial lo que entendemos por inspiración. Describiremos los mecanismos mentales que se producen cuando nos llega e intentaremos aprender a entrenar nuestra mente para que cada vez, ese acto íntimo, fugaz e imprevisible sea cada vez más frecuente.