Honeyguide propone un método de evaluación útil e intuitivo

Los más cinéfilos recordaran la escena. John Wayne y Katherine Hepburn descienden en una balsa cargada de nitroglicerina por un proceloso rápido lleno de rocas y saltos que el Duque esquiva con maestría. Para los que no lo recuerdan la película la titularon en español “El rifle y la biblia”.

En nuestro trabajo diario, en demasiadas ocasiones, nuestras acciones vienen provocadas por las circunstancias que nos acontecen. Con los años adquirimos experiencia, y con formación ampliamos nuestras habilidades para esquivar esas dificultades con las que nos vamos encontrando en nuestro trabajo diario y eso está bien. Entonces ¿dónde está el problema?

Pues que en realidad estamos siendo arrastrados sin posibilidad de cambiar de dirección, y a veces, eso se nos olvida. Es imprescindible que nuestras acciones no sólo sean fruto de la necesidad sino sobre todo de nuestra iniciativa.

Autónomos, pequeños empresarios y profesionales cuando tomamos decisiones tenemos que guardar un difícil equilibrio entre la economía, el rigor y el tiempo, lo que convierte la intuición en nuestra mejor arma.

Pongamos un ejemplo. Luz Cuesta es una empresaria que desde hace tres años regenta y atiende una tienda de ropa en una calle con un fuerte carácter comercial especializada en moda femenina. Como muchos de nosotros diariamente se levanta con el propósito de darle un impulso a su negocio, y como muchos de nosotros se acuesta “reventada” sin haberse parado ni tan si siquiera a pensar en el tema.

Aunque nos conocimos en uno de los talleres que organizo destinado a construir un Programa de Bienestar Personal. (P.B.P.), posteriormente tuve ocasión de trabajar con ella en una Focal Session utilizando el método Honeyguide.

El primer paso es tener un objetivo claro y concreto. Parece fácil, pero la necesidad de que sea un ejercicio que debemos hacer diariamente, unido a que en muchas ocasiones nos obliga a priorizar, es decir, a elegir, puede convertirlo en una tarea difícil.

En nuestro caso Luz se marcaba como objetivo incrementar significativamente el volumen de negocio ya que en la actualidad consideraba que el esfuerzo que tenía que hacer no estaba compensado.

A partir de ahí debemos decidir que acciones emprender y para ello debemos poder evaluar, antes y después, la bondad de dicha actuación. Nuestra empresaria tenía en mente tres estrategias posibles:

  1. Abrir una tienda online.
  2. Ampliar el público objetivo introduciendo ropa masculina.
  3. Hacer una política de precios más agresiva.

Personalmente apuesto por el análisis intuitivo que en estos casos suele realizarse cuando se trata de una persona con experiencia. Sin embargo, este sistema está fuertemente influenciado por el estado emocional de la persona, la influencia externa y las necesidades perentorias. Siempre se ha dicho que la necesidad es mala consejera y en muchos casos es cierto.

Por eso entreno un método de evaluación en la frontera entre el rigor, el tiempo y la intuición. Básicamente se trata de ordenar nuestra evaluación respondiendo a cuatro parámetros que deben ser tenidos en cuenta a la hora de evaluar nuestras opciones.

Coherencia. Se trata de preguntarnos si la acción o estrategia que queremos acometer es coherente con el objetivo que perseguimos. Es decir, si existe una relación lógica entre ambos y, por tanto, no supone una contradicción o van en dirección opuesta.

Relevancia. En este caso se trata de reflexionar sobre el posible alcance de nuestra estrategia, es decir, si en caso de éxito realmente supondría un avance significativo en la consecución de nuestro objetivo.

Eficacia. ¿Con esta estrategia alcanzaríamos plenamente el objetivo? Es decir, sin tener en cuenta lo que nos cueste su desarrollo, ¿obtendríamos el volumen de negocio esperado?

Eficiencia. En este caso debemos considerar la cantidad de recursos invertidos en la nueva estrategia para alcanzar el fin deseado. El ejemplo más gráfico de nula eficiencia es matar moscas a cañonazos.

La valoración de estos cuatro parámetros puede ser tan compleja como queramos, pero lo que proponemos es simplificar el resultado en tres categorías, Alta, Media y Baja.

El método facilita a la persona una serie de preguntas, y herramientas de análisis sencillas e intuitivas. Con ellas compartimos una reflexión tendente a establecer una valoración para cada parámetro. A modo de ejemplo podemos ver el siguiente cuadro:

Evidentemente, en general, si alguna de las valoraciones decidimos que es baja, la estrategia no es aconsejable. Sin embargo, en bastantes ocasiones, he podido comprobar que algunas personas a pesar de ello, dan un paso adelante. Haciendo una pequeña tipología de las motivaciones en estos casos podemos resumirlas en:

IMITACIÖN. Son personas en las que prevalece una fuerte creencia de que lo que le funciona a los demás también les va a funcionar a ellos. Nuestro cerebro tiene una capacidad prácticamente ilimitada de aprendizaje y el modelaje, la observación de lo que ocurre en su entorno, familia, amigos, televisión etc. es una de las fuentes de aprendizaje más relevante.

ALEATORIO. Son personas que frecuentemente han tomado una decisión de forma totalmente aleatoria con resultado positivo. En estos casos los aciertos pasados justificarían la toma de decisiones muy arriesgadas cuando no ilógicas.

EMOCIONAL. En este tipo de personas prevalece la satisfacción interna, el estímulo de cualquier tipo, intelectual, sensorial, afectivo o incluso físico, por lo que está dispuesto a asumir la estrategia como un reto.

Como decíamos en nuestro anterior artículo, el grado de madurez de una persona es un factor determinante en la forma que afrontamos la metodología Honeyguide, por ello hablaremos del grado de consciencia como elemento esencial a la hora de construir nuestro Plan de Acción o nuestro Programa de Bienestar Personal. Pero eso será en el próximo.