Es imprescindible tener claras nuestras fuentes de energía y… ¡conectar!

Ya vimos que decidir cuando y cómo empleamos nuestra energía es una cuestión estratégica dado su carácter limitado. Saber identificar cuáles son las fuentes que nos alimentan y recargan, encontrar el tiempo y el espacio adecuado para conectar con ellas, es igualmente crucial.

Los nuevos avances en neurociencia, una disciplina que intenta obtener una comprensión más profunda de la relación cuerpo mente, han puesto de manifiesto el carácter bidireccional de la comunicación entre ambos, lo que sin duda supone un cambio radical a la hora de entender los procesos mentales que conforman nuestras emociones, capacidades y la forma de generar bienestar.

Hasta hace unos años la ciencia había establecido que existía una relación directa entre mente y cuerpo, de tal manera que nuestros pensamientos y emociones incidían directamente en nuestra salud y bienestar, pero ahora gracias a estos nuevos avances, también sabemos que el cuerpo, a la inversa, igualmente incide en nuestras emociones e ideas pudiendo ser responsable de la eficacia de nuestras actuaciones. En definitiva, proporciona a la mente una información sensible para nuestro gobierno.

Autores como la investigadora y divulgadora Nazareth Castellanos, nos han mostrado como además de los cinco sentidos tradicionales; vista, gusto, oído, olfato y tacto que suministran información a nuestra mente desde el exterior, existen dos nuevos sentidos, interoceptivo y propioceptivo, que le proporcionan información desde nuestro interior. Incluso según se desprenden de diversos estudios, esta información es posiblemente más relevante para nuestro cerebro que la procedente de nuestros cinco sentidos tradicionales.

Por ejemplo, a través de nuestro aparato digestivo, el rostro o la postura que adoptamos estamos mandado una información que nuestra mente sabe descodificar y traducir en actuaciones, emociones o ideas.

Es decir, la ciencia occidental ha descubierto lo que otras tradiciones culturales orientales llevan mil años predicando, y poniendo en práctica a través de diversas disciplinas, entre ellas las artes marciales tradicionales o la meditación, algo de lo que sin duda he podido beneficiarme en mis más de treinta y cinco años de práctica diaria, que como he manifestado en anteriores artículos es uno de los pilares que sustenta el Método Honeyguide.

Así las cosas ¿cuáles son las fuentes que nos recargan las baterías? Resumidamente y en función de mi experiencia:

ALIMENTACIÓN.  Es sin duda una de las más importantes. Nuestro cerebro consume aproximadamente el 20% de la energía que obtenemos de los alimentos, y su funcionamiento se ve afectado enormemente por la calidad de nuestra dieta. Los aminoácidos y antioxidantes, las vitaminas B12 y B6 son primordiales para el correcto funcionamiento del sistema de neurotransmisores o el sistema nervioso central por ejemplo. Si tienes un día duro, lleno de actividad, que te va a exigir y has desayunado mal, tienes muchas más posibilidades de ver reducida tu capacidad de concentración, tendrás una mayor dificultad para realizar actividades sensiomotoras, perderás retentiva, poco a poco desaparecerá la motivación y el estrés encontrará una autopista para circular por tu cuerpo. Además, el desayuno es un buen momento para confeccionar tu programa de actividades diarias, priorizando siempre aquellas que son consecuentes y relevantes para el logro de tus proyectos, es decir, son esos propósitos que guiarán tu acción.

DESCANSO. Parece ser que cada vez dormimos peor, y para colmo, no sabemos cómo aprovechar nuestro tiempo de descanso. Hábitos como cenar tarde, utilizar medios electrónicos, no mantener un protocolo diario que nos genere las condiciones adecuadas para el sueño son algunas de las cuestiones que impiden que generemos energía.

ACTIVIDAD FÍSICA. Simbólicamente hablando nuestro cuerpo es una especie de dinamo que transforma la energía mecánica en energía útil para nuestra actividad diaria que queda almacenada en nuestra batería. Es cierto que cuando hacemos ejercicio tenemos un desgaste energético, pero dependiendo del tipo de ejercicio nuestra dinamo multiplica esa cantidad generando una mayor energía y vitalidad a través de un mejor aprovechamiento del oxígeno y los nutrientes que tomamos.

Para ello la práctica ha de ser un hábito, y a ser posible, con un fuerte componente integrador de cuerpo y mente, algo que nos enajene de nosotros mismos, en mi caso, por ejemplo, las artes marciales tradicionales o el chi kung, una suerte de gimnasia de origen chino cuyos pilares son la respiración, la mente y el ejercicio físico.

CONTACTO. Ya existen móviles que pueden compartir energía por un simple contacto. Los seres humanos también podemos hacerlo, y de echo lo hacemos constantemente aunque no nos demos cuenta. En términos informáticos, uno de los puertos más utilizados son las manos. Cuando nos damos un golpe instintivamente nos llevamos una mano al punto de dolor como si nos fuera a aliviar. El reiki por ejemplo es una disciplina que utiliza la imposición de manos para generar bienestar en cierto tipo de dolencias. Curiosamente las manos, junto con el rostro y la postura corporal son las tres partes de nuestro que la neurociencia señala como principales fuentes de información para nuestro cerebro.

Para el Método Honeyguide  el contacto es una de las fuentes primordiales y por ello a ella dedicaremos nuestro próximo artículo.